sábado, 18 de junio de 2011

CONSTRUIRSE UNO POR DENTRO.

¿Recuerdas ese tiempo en el que todo te parecía un mundo por explorar?... pues, estabas entrando en la adolescencia, en esa etapa en la que exploras tu identidad, tu rol en la sociedad, en la familia entre tus amigos... exploras el mundo y por ello: la sexualidad, la muerte, los límites, los modos de ser útil, importante, eficaz. Esta exploración intensa, llena por supuesto de incoherencias (ser grandes defensores de la naturaleza pero tirar basura en cualquier sitio), es característica de la adolescencia, y claro, también imprescindible, ya que con ella es con la que nos fuimos ajustando al mundo adulto.

Esto se debe "científicamente" a que el pensamiento concreto comienza a moverse al abstracto (es decir, el pensamiento comienza a basarse en hipótesis o proposiciones más que en meros objetos o eventos concretos).

Y, efectivamente, es por ello que durante la adolescencia, tu hijo/a está mucho más centrado en sí mismo/a que en los demás: creen que son los únicos que pueden sentirse así, que sólo a ella le ocurren estas cosas, que ¡quién va a entenderlo!, y claro esta, ¡menos aún mi familia! Pero... ¡qué curioso! esto es una paradoja, ya que aunque aumenten los conflictos con la familia y aunque se distancie de esta, los  y las adolescentes expresan, a menudo, actitudes que asignan un fuerte valor a la familia y al papel de los padres.

Además de esto, nuestros hijos e hijas han comenzado a usar ropa diferente, se peinan de un modo distinto, escuchan otra música, es decir, empiezan a mostrar un intenso interés en gustos personales y apariencia física, que por supuesto, va ligado a la búsqueda de la propia identidad. Una recomendación en este punto, es que posiblemente, muy posiblemente, nos resulte ridículo e incluso irritante, este nuevo "look" de nuestro hijo o nuestra hija, pero ¡cuidado! esta es una lucha personal, no con nuestro adolescente; tenemos que aprender a tolerar y respetar su gusto, lo importante para su educación, para su desarrollo óptimo, no es vestirse de un modo u otro, peinarse de esta o aquella forma o escuchar tal o cual música, lo importante es comunicarnos, saber poner los límites y negociar con él o con ella.

Finalmente, las emociones exageradas y variables así como cierta inconsistencia en su comportamiento comenzarán a ser habituales: su hijo/a pasará de la tristeza a la alegría o de sentirse los más inteligentes a los más estúpidos con rapidez. Es curioso, trata de acordarte de esta época, cómo te gustaba que tu madre te cuidara en casa o te diera quizás un beso, y cómo a los cinco minutos te quejabas porque “ya no soy un niño/a”.
Esto es, la forma de expresar los sentimientos; los besos y abrazos de la niñez pasan a leves gestos de cabeza. Las expresiones de afecto hacia la familia les pueden parecer ridículas (“cosas de niños”). 

Pero ¡ATENCIÓN! son cambios en la forma de expresarse, no cambios en los sentimientos hacia sus amigos, familiares o seres queridos.

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